EXPOSICIÓN DE LAUREANO VINCK GIJÓN 1980
La última década del siglo XIX constituye para Gijón uno de los momentos más significativos de su historia. Por estos años la industria y el comercio local son objeto de un importante impulso, del que se van a beneficiar las artes plásticas locales, y dentro de ellas, como una nueva forma de expresión artística y cultural que nos aproxima a los tiempos actuales, se desarrolla la fotografía.
El nuevo arte atrajo a gran cantidad de aficionados y artistas profesionales cuya obra llegó a tener resonancia nacional, este es el caso de hombres como Arturo Truan, Julio Peinado y Laureano Vinck, responsables en gran medida de la popularización del arte fotográfico en nuestra villa.
Laureano Vínck (1886-1965), era descendiente de una de las muchas familias que inmigraron a Gijón desde el nordeste de Francia para trabajar en la industria local del vidrio. Inicia sus primeros, contactos con la fotografía a los 14 años de edad y con el paso del tiempo fue propietario de un laboratorio fotográfico situado en el Paseo de Alfonso XII, desde donde atiende un elevado volumen de encargos.
En su taller cuenta con la colaboración de su esposa encargada del retoque de las fotos y de Vara de Rueda responsable de la iluminación, además de un número importante de operarios. Su equipo técnico estaba constituido por cámaras de placas y películas en rollo. Entre ellas, una cámara «Voigtlnder» de fuelle (para placas de 9 x 12). Los objetivos, de 600 mm procedían de la casa Zeíss Tessar, ya que la óptica alemana marcaba por aquel entonces la pauta en la cons- trucción de objetivos de gran luminosidad y nitidez. Las películas eran francesas, de las casas Dupont y Ferranie, y se caracterizaban por su escasa sensibilidad lo que obligaba a emplear tiempos de exposición muy largos.
El gran mérito de Laureano Vinck y de otros pioneros de la fotografía residía en la capacidad para crear fórmulas químicas y métodos propíos en un momento en que la fotografía no estaba plenamente industrializada. Los productos químicos procedían de Barcelona y las sustancias venían sin preparar.
A pesar de esto los precios de las fotografías salidas de la galería de Laureano Vinck eran asequibles a gran parte de la población. Y en la segunda década del siglo XX oscilaban entre los 0,50 ctms. y las 6 pts. Así, dos fotos de estudio con las copias retocadas y un tamaño de 9 x 14 cm costaban 0,50 ctms. Las postales de 9 x 14 cm tenían un precio de 1 pts. la unidad. Por lo general se vendía la colección completa de postales artísticas por la suma de 6 pts.
El laboratorio de Laureano Vinck se especializó en la realización de muchos procedimientos, algunos de ellos de gran originalidad, como la «Fotografía Viva», que consistía en producir la sensación de movimiento en el objeto reproducido, gracias a la intervención del espectador. El efecto cinético se podía obtener por dos vías materializada de dos maneras: podía tratarse de varias fotografías de un mismo motivo tomado en distintas posiciones, y encuadernadas todas juntas. Al abanicar todas las vistas con rapidez, se producía la sensación de movilidad en el objeto representado. Otro método, que permitía obtener resultados similares, consistía en una tarjeta en relieve, que accionada por el receptor, daba impresión de movimiento en la foto reproducida.
Laureano Vinck, poseedor de un agudo instinto comercial fue uno de los primeros en comprender la importancia del anuncio publicitario en la sociedad urbana e industrial de principios de siglo y en el portfolío veraniego de 1913 se anunciaba así:
«Vinck. Montado con todos los adelantos modernos. Amplia galería. Rico tocador. Procedimiento a la acuarela. Al carbón. Celoidinas. Platinos, etc., etc. Especialidad en retratos de niños y ampliaciones y la Gran ¡Fotografía Viva! única en el mundo.»
La mayoría de estas técnicas eran empleadas por todos los fotógrafos contemporáneos.
La técnica de «la acuarela» consistía en iluminar la foto, una vez positivada, con una acuarela suave y muy aguada. Después se protegía con un barniz para evitar la deterioración.
Las platinotipias, eran posítivadas sobre el papel y se obtenían sustituyendo las sales de plata por sales de platino, con lo que se conseguía una gran calidad en las copias y se garantizaba su inalterabilidad.
Por último, una técnica muy complicada era el procedimiento al carbón. Su difusión estuvo ligada al desarrollo de la pintura impresionista y tuvo una gran expansión en todo el occidente europeo. Vinck utilizó gran cantidad de trucos fotográficos, y tuvieron importancia sus montajes.
El retrato y el paisaje, rural y urbano, son los asuntos más trabajados por este artista. A través de su obra hemos recuperado una parte significativa de nuestro pasado reciente, que ha llegado hasta nosotros gracias a las postales artísticas. Estas reproducciones eran objeto de un minucioso tratamiento con el fin de obtener imágenes de calidad y recogían vistas de la playa y de los balnearios; rincones típicos de los alrededores de la ciudad: Somió, Villamanín; y calles de Gijón como el boulevard de la calle Corrida, el Paseo de Alfonso XII, la plaza de San Miguel, los muelles locales, las calles de Jovellanos, San Bernardo, Pi y Margall, etc., todas de urbanización reciente, donde la burguesía local dejó numerosos edificios construidos bajo la impronta modernista.
El retrato fue otro de los temas cultivados con más interés por Laureano Vinck. En su mayoría eran trabajos de estudio, para su realización el sujeto era inmovilizado en una silla con un soporte especial para la cabeza y la iluminación natural, se obtenía mediante el empleo de unas cortinas que graduaban la intensidad de la luz. Para lograr una difusión homogénea se colocaba una pantalla blanca sobre la que se reflejaba la luz. Gran parte de estas fotos eran posteriormente sometidas al procedimiento de la «acuarela» con el fin de colorearlas. También son significativos los retratos de grupos.
Esto nos pone en relación con uno de los hechos que van a caracterizar a la fotografía de estos años: su estrecha dependencia de los programas estéticos impuestos por la pintura.
En el paisaje artístico se pone especial énfasis en destacar los aspectos románticos y costumbristas (hórreos), y la fotografía realizada por Laureano Vinck y premiada en la Exposición del Círculo de Bellas Artes en 1915, nos muestra una escena marina que, por el tema y por su realización plástica, está próxima a la estética impresionista.
La influencia de la pintura en la fotografía se hace de nuevo patente en las composiciones y algunas fotos realizadas por L. Vinck nos remiten a obras pictóricas como la «Venus del espejo» de Velázquez; otras asumían los ideales simbólico-alegóricos del modernismo y recuperaban temas tan antiguos como el de las Tres Gracias.
Así pues, la fotografía artística de estos años aún no ha encontrado su propio lenguaje expresivo. Este hecho se producirá años más tarde, a medida que la fotografía se independice y cree sus obras a partir de sus propias posibilidades expresivas. En este momento nos enseñará su original visión del mundo.
Texto de Pilar González Lafita